Las Palmeras datileras las trajeron los árabes en la edad media, como elemento estructural del oasis. Estas palmeras no son salvajes, son el producto de un asentamiento árabe que tenía que sobrevivir en un lugar donde no existían recursos agrícolas. No están plantadas de forma aleatoria sino que lo hacen de forma muy concreta para aprovechar al máximo el agua de riego que circula por las acequias hasta llegar al centro del bancal, que tenía una superficie de 700 m2, que es la parcela que trabajaba una persona con un animal y era capaz de airear el terreno durante un día.
Estas parcelas se plantaron en su periferia con palmeras y esas palmeras no estaban para producir dátiles, estaban para producir sombra, un microclima que va a ayudar a producir dentro de ese palmeral árboles frutales y cultivos de pasto como la avena, alfalfa o trigo. Por tanto en Elche había un problema importante porque hacer dátiles en un sitio que no estaba preparado para ello era imposible.
Las Palmeras datileras son dioicas (pies hembra que producen dátiles y pies macho que producen polen). Están plantadas básicamente como un cultivo ornamental y sólo una pequeña cantidad de ellas producen dátiles comestibles.
Elche es el único lugar del mundo donde se puede hacer dátil fresco a estas alturas del año (invierno) porque estamos en una latitud demasiado al norte (latitud 38). Los dátiles se hacen entre la latitud 28 a la 32, es decir, en pleno desierto. En Elche hace demasiado frío y no deberían de haber dátiles, pero contamos con una gran ventaja que es la diversidad vegetal del Palmeral. Todas las palmeras del Palmeral Ilicitano son diferentes genéticamente y esto es una de las grandes fortalezas del Palmeral de Elche. Podemos tener dátiles en una época del año que es imposible tenerlos ya que en su latitud terminan de cosecharse el 30 de agosto. Sin embargo nuestras palmeras florecen tarde, maduran tarde y vienen con el dátil tarde, cosechándose entre octubre y enero.